EL ESPIRITISMO. La Biblia muestra la verdad

“Y cuando os dijeren: Acudid a los espíritus y a los adivinos, que chirrían y mascullan; responded: ¿No debe un pueblo acudir mas bien a su Dios? ¿Por los vivos acaso se a de acudir a los muertos? ¡A la ley y al testimonio! Si no hablaren conforme a esta palabra, son aquellos para quienes no ha amanecido.” (Isaías 8:19,20).

Casi todas las formas de la hechicería y brujería antiguas se fundaban en la creencia de que es posible comunicarse con los muertos.  Los que practicaban las artes de la necromancia aseveraban tener relaciones con los espíritus de los difuntos, y obtener de ellos un conocimiento de los acontecimientos futuros.  A esta costumbre de consultar a los muertos se alude en la profecía de Isaías: "Y si os dijeron: Preguntad a los pythones y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Apelará por los vivos a los muertos?" (Isa. 8: 19.)
Esta misma creencia en la posibilidad de comunicarse con los muertos era la piedra angular de la idolatría pagana.  Se creía que los dioses de los paganos eran los espíritus deificados de héroes desaparecidos.  La religión de los paganos era así un culto a los muertos.  Las Escrituras lo evidencian. Al relatar el pecado de Israel en Beth-peor nos dice:
"Y reposó Israel en Sittim, y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab: las cuales llamaron al pueblo a los sacrificios de sus dioses: y el pueblo comió, e inclinóse a sus dioses.  Y llegóse el pueblo a Baal-peor." (Núm. 25: 1-3.)
El salmista nos dice a qué clase de dioses eran ofrecidos esos sacrificios.  Hablando de la misma apostasía de los israelitas, dice:
"Allegáronse asimismo a Baal-peor, y comieron los sacrificios de los muertos" (Sal. 106: 28), es decir, sacrificios que habían sido ofrecidos a los difuntos.
La deificación de los muertos ocupaba un lugar preeminente en casi todo sistema pagano, como también lo ocupaba la supuesta comunión con los muertos.  Se creía que los dioses comunicaban su voluntad a los hombres, y que, cuando los consultaban, les daban consejos.  De esta índole eran los famosos oráculos de Grecia y de Roma. 

La creencia en la comunión con los muertos prevalece aún hoy día hasta entre los pueblos que profesan ser cristianos.  Bajo el nombre de espiritismo, la práctica de comunicarse con seres que dicen ser los espíritus de los desaparecidos se ha generalizado mucho. Tiende a conquistar la simpatía de quienes perdieron seres queridos.  A veces se presentan a ciertas personas seres espirituales en la forma de sus amigos difuntos, y les describen incidentes relacionados con la vida de ellos, o realizan actos que ejecutaban mientras vivían.  En esta forma inducen a los hombres a creer que sus amigos difuntos son ángeles, que se ciernen sobre ellos y se comunican con ellos.  Los seres que son así considerados como espíritus de los desaparecidos, son mirados con cierta idolatría, y para muchos la palabra de ellos tiene más peso que la palabra de Dios. 
El espiritismo moderno y las formas de la brujería antigua y del culto idólatra, por tener todos la comunión con los muertos como principio vital, se basan en aquella primera mentira mediante la cual Satanás engañó a Adán y a Eva: "No moriréis; mas sabe Dios que el día que comiereis de él,... seréis como dioses." (Gén 3: 4, 5.) Como se basan igualmente en la mentira y la perpetúan, provienen por igual del padre de las mentiras. 

Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. (Juan 8:44).

A los hebreos se les prohibía expresamente que participaran en cualquier forma de supuesta comunión con los muertos.  Dios cerró esta puerta eficazmente cuando dijo:
"Los muertos nada saben, . . . ni tiene ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace debajo del sol." (Ecl. 9: 5, 6.)

 "Saldrá su espíritu, tornaráse el hombre en su tierra: en aquel día perecerán sus pensamientos." (Sal. 146: 4)

Y el Señor le declaró a Israel: "La persona que atendiera a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra la tal persona, y cortaréla de entre su pueblo." (Lev. 20: 6.)

Los espíritus adivinadores no eran los espíritus de los muertos, sino ángeles malos, mensajeros de Satanás.  La idolatría antigua, que, según hemos visto, abarca tanto el culto de los muertos como la pretendida comunicación con ellos, era, declara la Biblia, una manifestación del culto de los demonios.  El apóstol Pablo, al amonestar a sus hermanos contra cualquier participación en la idolatría de sus vecinos paganos, dice:
"Lo que los Gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios: y no querría que vosotros fueseis partícipes con los demonios." (1 Cor. 10: 20.)

Hablando de Israel el salmista dice: "Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios;" y en el próximo versículo explica que los "sacrificaron a los ídolos de Canaán." (Sal. 106: 37, 38.) En su supuesta adoración de los muertos, adoraban, en realidad, a los demonios

Ese espiritismo moderno, basado en el mismo fundamento, no es sino un renacimiento, en nueva forma, de la hechicería y del culto demoniaco que Dios había condenado y prohibido en la antigüedad.  

Estaba predicho en las Escrituras, las cuales declaraban:
"En los venideros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios." (1 Tim 4: 1.) 

 El apóstol Pablo, en su segunda epístola a los tesalonicenses, señala la obra especial de Satanás en el espiritismo como cosa que había de suceder inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo.  Hablando del segundo advenimiento de Cristo, declara que habría antes "operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos." (2 Tes. 2: 9.) Y Pedro, refiriéndose a los peligros a los cuales la iglesia se vería expuesta en los últimos días, dice que como hubo falsos profetas que indujeron a Israel a pecar, habrá falsos maestros, "que introducirán encubiertamente herejías de perdición, y negarán al Señor que los rescató, y muchos seguirán sus disoluciones." (2 Ped. 2: 1, 2.)

Así anunció el apóstol una de las características más señaladas de los maestros espiritistas.  Se niegan a reconocer a Cristo como el Hijo de Dios.  Tocante a esta clase de maestros, el amado apóstol Juan declara:
 "¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?  Este tal es anticristo, que niega al Padre y al Hijo.  Cualquiera que niega al Hijo, este tal tampoco tiene al Padre." (1 Juan 2: 22, 23.) El espiritismo, al negar a Cristo, niega tanto al Padre como al Hijo, y la Biblia declara que es manifestación del anticristo. 

En tiempos antiguos, la enseñanza de los dioses falsos o demonios fomentaba el libertinaje más vil.  Los preceptos divinos que condenan el pecado e imponen la justicia y la rectitud, eran puestos de lado; la verdad era considerada livianamente, y no sólo era permitida la impureza, sino también ordenada.  El espiritismo declara que no hay muerte, ni pecado, ni juicio ni castigo; que los hombres son "semidioses no caídos;" que el deseo es la ley más elevada; que el hombre responde sólo ante sí mismo por sus actos.  Las barreras que Dios erigió para salvaguardar la verdad, la pureza y la reverencia, son quebrantadas, y así muchos se envalentonan en el pecado. ¿No sugiere todo esto que una enseñanza tal tiene el mismo origen que el culto de los demonios? 

En las abominaciones de los cananeos, el Señor presentó a Israel los resultados que tiene la comunión con los espíritus malos; eran sin afectos naturales, idólatras, adúlteros, asesinos y abominables por todos sus pensamientos corrompidos y prácticas degradantes.  Los hombres no conocen su propio corazón; pues "engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso." (Jer. 17: 9)

Hoy procura Satanás repetir esta historia.  Dios está apartando a sus hijos de las abominaciones del mundo, para que puedan guardar su ley; y a causa de esto, la ira del "acusador de nuestros hermanos" no tiene límite.  "Porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo." (Apoc. 12: 10, 12.) La verdadera tierra de promisión está delante de nosotros, y Satanás está resuelto a destruir al pueblo de Dios, y privarlo de su herencia.  Nunca fue más necesario que hoy oír la advertencia: "Velad y orad, para que no entréis en tentación." (Mar.  14: 38.)

Saúl y la mujer de Endor (1 Samuel 28) 


El relato que hace la Escritura de la visita de Saúl a la mujer de Endor, ha ocasionado perplejidad a muchos estudiantes de la Biblia.  Algunos sostienen que Samuel estuvo realmente presente en la entrevista con Saúl, pero la Biblia misma suministra bases suficientes para llegar a una conclusión contraria.  Si, como algunos alegan, Samuel hubiera estado en el cielo, habría sido necesario hacerle bajar de allí, ya sea por el poder de Dios o por el poder de Satanás.  Nadie puede creer que Satanás tenía poder para hacer bajar del cielo al santo profeta de Dios para honrar las hechicerías de una mujer impía.  Tampoco podemos concluir que Dios le mandó a la cueva de la bruja; pues el Señor ya se había negado a comunicarse con Saúl por medio de sueños, del Urim [luz del pectoral], o, por medio de los profetas. (1 Sam. 28: 6.) Estos eran los medios designados por Dios para comunicarse con su pueblo, y no los iba a pasar por alto para dar un mensaje por medio de un agente de Satanás.

El mensaje mismo da suficiente evidencia de su origen.  Su objeto no era inducir a Saúl al arrepentimiento, sino más bien incitarle a destruirse; y tal no es la obra de Dios, sino la de Satanás.  Además, el acto de Saúl al consultar a una hechicera se cita en la Escritura como una de las razones por las cuales fue rechazado por Dios y entregado a la destrucción:

 "Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó; y porque consultó al pythón, preguntándole, y no consultó a Jehová: por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David, hijo de Isaí." (1 Crón 10: 13, 14.) 

 Este pasaje dice claramente que Saúl interrogó al "pythón" o espíritu malo, y no al Espíritu del Señor.  No se comunicó con Samuel, el profeta de Dios; sino que por medio de la hechicera se comunicó con satanás.  Este no podía presentar al verdadero Samuel, pero sí presentó uno falso, que le sirvió para llevar a cabo sus propósitos de engaño.

Al predecir la perdición de Saúl por medio de la pitonisa de Endor, Satanás quería entrampar al pueblo de Israel.  Esperaba que dicho pueblo llegaría a tener confianza en la pitonisa, y se vería inducido a consultarla.  Así se apartaría de Dios como su consejero, y se colocaría bajo la dirección de Satanás.  La seducción por medio de la cual el espiritismo atrae a las multitudes es su supuesto poder de descorrer el velo del futuro y revelar a los hombres lo que Dios ocultó. Dios nos reveló en su Palabra los grandes acontecimientos del porvenir, todo lo que es esencial que sepamos, y nos ha dado una guía segura para nuestros pies en medio de los peligros; pero Satanás quiere destruir la confianza y la fe de los hombres en Dios, dejarlos descontentos de su condición en la vida, e inducirles a procurar el conocimiento de lo que Dios sabiamente les vedó y a menospreciar lo que les reveló en su santa Palabra.

Muchos se agitan cuando no pueden saber qué resultará en definitiva de los asuntos.  No pueden soportar la incertidumbre, y en su impaciencia rehusan esperar para ver la salvación de Dios.  Los males que presienten casi los enloquecen.  Ceden a sus sentimientos de rebelión, y corren de aquí para allá en dolor apasionado, procurando entender lo que no se ha revelado.  Si tan sólo confiaran en Dios y velaran en oración,  hallarían consuelo divino.  Su espíritu sería calmado por la comunión con Dios.  Los cansados y trabajados hallarían descanso para sus almas, con sólo ir a Jesús; pero cuando descuidan los medios que Dios dispuso para su consuelo, y recurren a otras fuentes, con la esperanza de averiguar lo que Dios vedó, cometen el error de Saúl, y con ello sólo adquieren un conocimiento del mal.

A Dios no le agrada esta conducta, y lo ha declarado en los términos más explícitos.  Esta premura impaciente por rasgar el velo del futuro revela una falta de fe en Dios, y deja el alma expuesta a las sugestiones del maestro de los engañadores.  Satanás induce a los hombres a que consulten a los que poseen espíritus adivinadores; y mediante la revelación de cosas pasadas ocultas, les inspira confianza en su poder de predecir lo porvenir.  En virtud de la experiencia que obtuvo a través de largos siglos, puede razonar de la causa al efecto, y a menudo predecir con cierta exactitud algunos de los acontecimientos futuros de la vida del hombre.  Así puede engañar a ciertas pobres almas mal encaminadas, ponerlas bajo su poder y llevarlas cautivas a voluntad.

¿Irán los que tienen un Dios, Santo, infinito en sabiduría y poder, a buscar ayuda en los adivinos cuya sabiduría procede de la intimidad con el enemigo de nuestro Señor? Dios mismo es la luz de su pueblo; le ordena que fije por la fe los ojos en las glorias que están veladas para el ojo humano. El Sol de justicia derrama sus brillantes rayos en los corazones de sus hijos; ellos tienen la luz que emana del trono celestial, y no tienen ningún deseo de apartarse de la fuente de la luz para acercarse a los mensajeros de Satanás. (PP Pág. 743)
“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos”. (Deuteronomio 18:10,11).
 La relación entre el mundo visible y el invisible, el ministerio de los ángeles de Dios y la influencia o intervención de los ángeles caídos o espíritus malos, son asuntos claramente revelados en las Sagradas Escrituras y como indisolublemente entretejidos con la historia humana. Pero Las Escrituras no solo enseñan la existencia de los ángeles, tanto buenos como malos, sino que contiene pruebas terminantes de que estos no son espíritus desencarnados de hombres que hayan dejado de existir [que hayan muerto]. (CS Pág. 565). Una de estas pruebas es que, desde antes de la creación habían ya ángeles y mas aun, después de la caída del hombre, las Escrituras dicen que fueron enviados ángeles para guardar el árbol de la vida, y esto antes que ningún ser humano hubiese fallecido.

Los espíritus malos, creados en un principio sin pecado, eran iguales, por naturaleza, poder y gloria, a los seres santos que son ahora mensajeros de Dios [los ángeles]. Pero que una vez caídos por el pecado, se coligaron para deshonrar a Dios y acabar con los seres humanos. Unidos con Satanás en su rebeldía y arrojados del cielo con él, han sido desde entonces, en el curso de los siglos, sus cómplices en la guerra empeñada contra la autoridad divina. Las Sagradas Escrituras nos hablan de su unión y de su gobierno, de sus diversas órdenes, de su inteligencia, de su astucia, como también de sus propósitos malévolos contra la paz y la felicidad de los hombres. (CS Pág. 567)
Y hubo una gran batalla en el cielo.  Miguel y sus ángeles combatieron al dragón, y el dragón y sus ángeles combatieron; pero éstos no prevalecieron, ni se halló más lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera ese gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, que engaña a todo el mundo.  Fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. (Apocalipsis 12:7-9).
       
 La historia del Antiguo Testamento menciona a veces [su] existencia y su actuación. Pero fue durante el tiempo en que Cristo estuvo en la tierra cuando los espíritus malos dieron las más sorprendentes pruebas de poder (CS Pág.567). Que ciertos hombres hayan sido poseídos por demonios esta claramente expresado en el Nuevo Testamento… Cristo tenía conocimiento perfecto de aquello y reconocía la presencia y acción directa de los agentes de satanás. (CS Pág. 568). (Endemoniados de Gadara. Mateo 8:28-34; Marcos 5:1-20; Lucas 8:L26-39. La hija endemoniada de la mujer Siro fenicia. Mateo 15:21-28; Marcos 7:24-30. El endemoniado sordo mudo. Mateo 12:22-28; Marcos 3:20-30; Lucas 11:14-23. El endemoniado de la sinagoga. Marcos 1.21-28; Lucas 4:31-28).   
 Se representa generalmente aquellos endemoniados como sometidos a grandes padecimientos; sin embargo había excepciones a esta regla. Con el fin de obtener poder sobrenatural, algunas personas se sometían voluntariamente a la influencia satánica. Estas, por supuesto, no entraban en conflicto con los demonios. A esta categoría pertenecen a los que poseían el espíritu de adivinación, como los magos Simón y Elimas y la joven adivina que siguió a Pablo y a Silas en Filipos.
Habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a un judío mago, falso profeta, llamado Barjesús, que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente.  Este, deseando oír la Palabra de Dios, mandó llamar a Bernabé y a Saulo. Pero Elimas el mago, que esto significa su nombre, se les oponía, procurando apartar de la fe al procónsul. (Hechos 13:7,8).
Un día en que íbamos a la oración, salió a nuestro encuentro una muchacha esclava, que tenía un espíritu adivinador, y adivinando daba mucha ganancia a sus amos. (Hechos 16:16)

 Nadie está en mayor peligro de caer bajo la influencia de los espíritus malos que los que, a pesar del testimonio directo y positivo de las Sagradas Escrituras, niegan la existencia e intervención del diablo y de sus ángeles. (CS Pág. 570)
 La doctrina de que el hombre queda consciente en la muerte, y más aun la creencia de que los espíritus de los muertos vuelven para servir a los vivos,  preparó el camino para el espiritismo moderno. (CS Pág. 607)

 Los ángeles caídos que ejecutan sus ordenes [las de satanás] [son los que en realidad se] presentan como mensajeros del mundo de los espíritus. Al mismo tiempo  de que el príncipe del mal asevera poner a los vivos en comunicación con los muertos, ejerce también su influencia fascinadora en la mente de aquellos [los  que creen en el espiritismo].

Satanás puede evocar ante los hombres la apariencia de sus amigos fallecidos. La imitación es perfecta, los rasgos familiares, las palabras y el tono son reproducidos con una exactitud maravillosa. Muchas personas se consuelan con la seguridad de que sus seres queridos están gozando de las delicias del cielo; y sin sospechar ningún peligro, dan oído a “espíritus seductores” y a “enseñanzas de demonios”. (CS Pág.608). (Lea 1 Samuel 28)
 Después que Satanás ha hecho creer a esas personas que los muertos vuelven en realidad a comunicarse con ellas, hace aparecer a seres humanos que murieron sin preparación [cristiana]. Estos aseguran  que son felices en el cielo, y hasta que ocupan allí elevados puestos; por lo que [el diablo] difunde el error de que [Dios] no hace diferencia entre el justo y el injusto. (CS Pág.608). Terrible y grave error para los que aceptan esta satánica creencia.
Y no es de extrañar, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. (2Cor. 11:14).
[Por otra parte] muchos tratan de explicar las manifestaciones espiritistas atribuyéndolas por completo al fraude y al juego de manos de los médiums. Si bien es cierto que muchas veces se ha hecho pasar supercherías por verdaderas manifestaciones, no de deja de haber también manifestaciones de poder sobrenatural. Los llamamientos misteriosos con que empezó el espiritismo moderno no fueron resultados de la astucia humana, sino obra directa de los ángeles malos, que introdujeron así uno de los engaños mas eficaces para la destrucción de los seres humanos. Muchos seres humanos serán entrampados por la creencia de que el espiritismo es tan solo una impostura humana; pero cuando sean puestos en presencia de manifestaciones cuyo carácter sobrenatural no pueda negarse, serán seducidos y obligados a aceptarlas como revelación del poder divino. Estas personas no toman en cuenta el testimonio de la Biblia respecto a los milagros de Satanás y sus agentes. . (CS Pág.609).
“También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engañan a los moradores de la tierra con las señales que se les ha permitido hacer en presencia de la bestia”… (Apocalipsis 13:13, 14).

Si los hombres hubiesen querido recibir la verdad tan claramente expresada en las Santas Escrituras, referente a la naturaleza del hombre y el estado de los muertos, reconocerían en las declaraciones y manifestaciones del espiritismo la operación directa de satanás con poder y prodigios mentirosos. (CS Pág.615, 616).
“En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. (Hechos 4:12)
“Jesús dijo: Yo Soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino a través de mi”.  (Juan 14:6). 

Satanás siempre se esfuerza en distraer la atención del hombre, del Único que puede asegurarles la salvación. Dirigirá las almas hacia cualquier objeto que pueda sustituir a Aquel que por amor llevó en un madero nuestras rebeliones y pecados, de Aquel que se hizo nuestro sustituto y fianza; a saber Cristo Jesús. 

Las palabras que el Señor dirigió al antiguo Israel se dirigen también a su pueblo en esta época: "No os volváis a los encantadores y a los adivinos: no los consultéis ensuciándoos en ellos," "porque es abominación a Jehová cualquiera que hace estas cosas." (Lev.  19: 31, Deut. 18: 12.)
Nota:

Necromancia o médium en lenguaje moderno. La palabra también significa "nigromancia", ("adivíname por un muerto").  Nuestra palabra castellana "nigromancia" (o "necromancia") proviene de dos palabras griegas: nekrós, muerto, y manteía, adivinación, y describe el arte de indagar el futuro mediante una supuesta comunicación con los espíritus de los muertos.

Nigromante (heb. yidde{ônî [de] verbo yâda{, "conocer", "observar"; de aquí, "alguien que conoce"]). Hombre o mujer reputado(a) por tener un conocimiento especial concerniente al mundo invisible por medio de una supuesta consulta a los muertos (Is. 8:19); los nigromantes surgieron y se encontraban en Egipto (Is 19:3).  Dios abominaba a los hombres que practicaban estas artes diabólicas (Lv. 19:31; 20:6; Dt. 18:11), y a la nación hebrea se le prohibió tolerarlos y debía matarlos (Lv. 20:27).  Los reyes Saúl y Josias quitaron de su reino a los nigromantes (1 S. 28:3; 2 R. 23:24), pero Manasés los toleró y consultó (2 R. 21:6; 2 Cr. 33:6).

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