(heb. Rûaj Qôdesh;
gr. Pnéuma Háguios [Lc. 11:13; Ef. 1:13; 4:30; 1 Ts. 4:8]; a menudo la palabra
pnéuma se usa sin el adjetivo háguios, pero el contexto con frecuencia indica
que se habla del Espíritu Santo [Ro. 8:26; 1 Co. 2:10; 12:4]).
Las acciones del
Espíritu de Dios son evidentes a través de toda la historia sagrada. Cuando el
hombre se volvió insufriblemente impío, Dios dijo: "No contenderá mi
espíritu con el hombre para siempre" (Gn. 6:3). Se informa que sobre
varios hombres "el Espíritu de Dios vino sobre él" (1 S. 11:6; 19:23;
Mr. 12:36; 2 Cr. 15:1; 20:14; etc.). El salmista reconoció la importancia del
Espíritu de Dios en la experiencia espiritual (Sal. 51:11); también afirmó su
omnipresencia (Sal. 139:7-12). Joel profetizó que el Espíritu de Dios sería
derramado sobre toda carne (Jl. 2:28, 29), una promesa que citó Pedro cuando el
Espíritu Santo fue derramado el día del Pentecostés (Hch. 2:17-21). En general,
los escritores del Antiguo Testamento comprendieron que el Espíritu de Dios es
una fuerza vitalizadora, sustentadora, estimuladora y capacitadora,
identificada con Dios. Sin embargo, no es hasta los tiempos del Nuevo
Testamento cuando se observa un cuadro más claro de la obra y la personalidad
del Espíritu Santo. Cristo enseñó a sus discípulos que el Espíritu Santo les
enseñaría y les ayudaría a recordar las cosas que les había dicho (Jn. 14:26),
testificaría de él y lo glorificaría (15:26; 16:14), convencería a los hombres
de pecado y de su necesidad de justicia (16: 8), y los guiaría a toda la verdad
(v 13). Pablo reveló que el Espíritu intercede por nosotros (Ro. 8:26), mora en
nosotros (v 9), nos capacita con diversos dones espirituales (1 Co. 12:4, 8-11,
28; Ef. 4:11) y produce frutos en la vida de los cristianos (Gá. 5:22, 23).
Habló del cuerpo como del templo del Espíritu Santo (1 Co. 6:19), y advirtió
contra contristar al Espíritu Santo con el cual estamos sellados para el día de
la redención (Ef. 4:30).
Existió y existe
mucha especulación con respecto a la naturaleza del Espíritu Santo, pero la
revelación ha mantenido bastante silencio sobre el tema. Queda implícita su
personalidad, porque se lo presenta realizando actos como los de una persona:
escudriña, conoce, intercede, ayuda, guía, convence. Puede ser entristecido, y
se le puede mentir y resistir. Se lo enumera con las otras personas: Dios el
Padre y Jesucristo el Hijo, de tal modo que queda implícito que él también es
una persona. Pero con respecto a su naturaleza esencial, el silencio es oro.
El Espíritu Santo
tuvo una parte, misteriosa para nosotros, en la concepción de Jesús (Mt. 1:18,
20). Elisabeth (Lc. 1:41), Zacarías (v 67) y Simeón (2:25, 26) actuaron bajo la
influencia del Espíritu Santo. El Espíritu descendió con la forma de una paloma
sobre Jesús en ocasión de su bautismo (Mr. 1:10), y el mismo Espíritu lo
condujo al desierto de la tentación (v 12). Se dice que Jesús fue "lleno
del Espíritu Santo" (Lc. 4:1), y Juan el Bautista predijo que sería
bautizado con el Espíritu Santo (Mt. 3:11). Jesús advirtió a los dirigentes
judíos del peligro de blasfemar contra el Espíritu Santo (Mt. 12:32; Mr. 3:29;
Lc. 12:10).
Durante su última
noche con sus discípulos, Jesús prometió que "otro Consolador"
estaría con sus seguidores para siempre (Jn. 14:16). El término par, ákl'tos,
traducido "Consolador", significa literalmente "llamado para
estar junto a". El Espíritu Santo prometido debía continuar con las
funciones de Jesús en todo el mundo a través de los siglos.
El cumplimiento de
la promesa que hizo Jesús acerca del Espíritu Santo comenzó a ocurrir poco
después de su ascensión, como lo revela el libro de Hechos. El libro se abre
con las instrucciones de Jesús a sus discípulos de testificar por él en todo el
mundo después del descenso del Espíritu Santo sobre ellos (Hch. 1:8; cf Mt.
3:11), lo que sucedió en el Pentecostés y produjo muchas conversiones (cp 2).
Siete diáconos "llenos del Espíritu Santo" (6:3) fueron escogidos
para cuidar de ciertos intereses de la iglesia naciente. Uno de ellos, Esteban,
fue usado por el Espíritu para hacer una obra poderosa (v 8). Bernabé fue lleno
del Espíritu Santo (11:24).
PERSONALIDAD DEL ESPÍRITU SANTO
”Necesitamos
comprender que el Espíritu Santo … es tanto una persona como lo es Dios.” Manuscrito
66, 1899
”El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero
despojado de la personalidad humana e independiente de ella.” El Deseado de
todas las Gentes, 622
Las peculiaridades que
identifican al Espíritu Santo, por ser sus frutos se describen claramente en
Gálatas 5:22, 23 ”Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” y éstos deben
convertirse en cualidades del ser humano renacido, puesto que la Palabra de
Dios nos aconseja: ”Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los
deseos de la carne” Gálatas 5:16.
Es hermoso comprobar que el primer fruto del Espíritu es
el amor, el cual, como todos los demás nos es dado por el Cielo e impartido por
el Espíritu: ”El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu Santo que nos fue dado” Romanos 5:5. También el gozo se
relaciona directamente con el reino de Dios y su impartición a través del
Consolador: ”Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino
justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” Romanos
14:17.
Poseer el Espíritu Santo que nos es dado por Dios es un
deseo celestial, el cual debemos reclamar, pues juntamente con El recibimos
también sus frutos: ”Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas
a vuestros hijos, cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu
Santo a los que se lo pidan?” Lucas 11:13. Pero debemos ser obedientes
a la voluntad del Señor y fieles a su Palabra, que nos amonesta del siguiente
modo: ”Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención” Efesios 4:30.
El Espíritu Santo no sólo nos ’sella’ para ser salvos, sino que además obra
en una forma personal en la vida de cada hijo de Dios. A continuación se citan
algunas de las actividades que realiza en nuestro favor:
·
Ayuda: ”Y asimismo
también el Espíritu ayuda nuestra flaqueza …” Romanos 8:26
·
Suplica: ”…el mismo
Espíritu pide por nosotros con gemidos indecibles” Romanos 8:26
·
Perfecciona las
oraciones humanas: ”…Espíritu, porque conforme a la
voluntad de Dios, demanda por los santos” Rom. 8:27
·
Guía: ”Porque todos
los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos
de Dios” Romanos 8:14
·
Seguridad: ”Porque el
mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos
de Dios” Romanos 8:16
·
Amor: ”Ruégoos empero,
hermanos, por el Señor nuestro Jesucristo, y por el amor del Espíritu,
que me ayudéis con oraciones por mí a Dios” Romanos 15:30
·
Participación: ”… y la
participación del Espíritu Santo sea con vosotros todos …” 2 Corintios
13:13
·
Asienta: ”Que ha
parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros …” Hechos 15:28
·
Comunicador: ”…los
cuales decían a Pablo por Espíritu, que no subiese a Jerusalem”
Hechos 21:4
·
Ordena: ”… habiendo
dado mandamientos por el Espíritu Santo …” Hechos 1:2
·
Envia: ”Y el
Espíritu dijo a Felipe: Llégate, y júntate a este carro” Hechos 8:29
·
Transporta: ”…el Espíritu
del Señor arrebató a Felipe …” Hechos 8:39
·
Aconseja: ”Y el
Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar …” Hechos 11:12
·
Anuncia: ” … daba a
entender por Espíritu, que había de haber una grande hambre …” Hechos 11:28
·
Comisiona: ”..
dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra,
para la cual los he llamado” Hechos 13:2
·
Prohibe: ”… les
fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia” Hechos
16:6
·
Impide: ”Y como
vinieron a Misia, tentaron de ir a Bithynia; mas el Espíritu no les dejó”
Hechos 16:7
·
Ilustra: ”… Esto dice
el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalem al varón cuyo es este
cinto …” Hechos 21:11
·
Invita: ”Y el Espíritu
y la Esposa dicen: Ven …” Apocalipsis 22:17
”El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, poderes infinitos y omniscientes,
reciben a aquellos que verdaderamente entran en una relación de pacto con Dios.
” Manuscrito, 19.04.1900
EL ESPÍRITU SANTO
NO ES JESÚS
Y yo rogaré al
Padre, y os dará otro
Consolador, para que esté con vosotros para siempre. (Juan 14: 16.)
"Y yo rogaré
al Padre" -dijo él-, "y os dará OTRO CONSOLADOR, para que esté
con vosotros para siempre: El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede
recibir porque no le ve, ni le conoce, pero vosotros lo conocéis, porque mora
con vosotros, y estará en vosotros" (Juan
14: 16, 17).
Note usted que
Jesús está diciendo en este versículo que él le pediría al Padre OTRO
CONSOLADOR. Jesús dice claramente que es OTRO igual a él. El Salvador estaba señalando de
antemano el tiempo cuando el Espíritu Santo, como su representante, vendría
para realizar una obra poderosa. El mal que se había estado acumulando durante
siglos, habría de ser resistido por el divino poder del Espíritu Santo...
Otro. Gr. állos ,
"otro de la misma clase". Jesús mismo era un Consolador (ver 1 Juan
2: 1, donde se traduce "abogado" la palabra que aquí se vierte como
"Consolador"). El dejaría a sus discípulos (Juan 13: 33), pero
pediría al Padre que enviara a Aquel que era semejante a Jesús para que quedara
con los discípulos no transitoriamente como Él (Jesús) había quedado, sino
"para siempre".
Consolador. Gr. parákl'tos , palabra que
únicamente Juan usa en el Nuevo Testamento (aquí; Juan 14: 26; 15: 26; 16: 7; 1
Juan 2: 1). Está compuesta de la preposición pará, que significa, "al
lado" y el participio kl'tós , "llamado" o "uno que es
llamado", por lo que el significado literal es "uno llamado al lado
de". Sin embargo, la forma en que se usa esa palabra en las Escrituras
parece reflejar más un sentido activo, que corresponde con el verbo parákaléÇs
, "exhortar", "consolar". Por ende, "uno que
exhorta" (ver Juan 16: 8).
Aunque el verbo
parakaléÇ se traduce como "consolar"
23 veces en el Nuevo Testamento, también se traduce como "exhortar"
19 veces. Llamar al Espíritu Santo "Consolador" es hacer resaltar
sólo uno de los rasgos de su obra. También es un "Exhortador". En
realidad, este último significado es el rasgo prominente de la obra del
Espíritu tal como la bosqueja Juan. El enseñará" y "recordará
todo" (cap. 14: 26). Testificará de Cristo (cap. 15:26). "
"Convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio" " (cap.
16: 8). "Guiará a toda la verdad" y hará "saber las cosas" venideras
(cap. 16: 13). Glorificará a Cristo y recibirá de él para impartir a los
discípulos (cap. 16: 14).
"Acerca de
JESÚS DE NAZARET, a quien DIOS UNGIÓ con el ESPÍRITU SANTO y con poder, y que
pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque
Dios estaba con él. Hechos 10:38
Podemos notar
claramente en este pasaje que JESUS DE NAZARET y el ESPIRITU SANTO son dos
seres o personalidades separadas una de la otra. Hagamos esta interrogante. ¿Si
el Espíritu y Cristo son los mismo como es que Dios unge a uno con el otro?
Lógico porque son dos seres independientes el uno del otro.
Ungir viene del
Griego. jríÇ, "ungir". Fue durante su bautismo cuando Jesús recibió
el Espíritu y se convirtió en el Mesías en forma pública y oficial (Mat. 3:
16-17), en el "Ungido", aunque era el "Cordero que fue inmolado
desde el principio del mundo" (Apoc. 13: 8). Cuando el Hijo de Dios se
humilló en la encarnación, dejó a un lado el ejercicio independiente de sus
atributos como la Segunda Persona de la Deidad. Todo lo que realizó en la tierra lo
hizo, como deben hacerlo todos los hombres, dependiendo del poder de lo alto.
LA PALOMA CELESTIAL
También dio Juan
testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y
permaneció sobre él. (Juan
1: 32).
Si Jesús y el
Espíritu Santo son la misma persona ¿Cómo es que Juan el Bautista pudo ver a
ambos en ocasión del bautismo de Cristo en el Jordán? Y no conforme con esto oyó la
voz del Padre que daba testimonio y certificaba de la unción de su Hijo Amado.
EL REPRESENTANTE DE
CRISTO
Pero yo os digo la
verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no
vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. (Juan 16: 7).
"Espíritu de
verdad" es el nombre que se da al Consolador. Su obra consiste en definir y mantener
la verdad. Primero habita
en el corazón como el Espíritu de verdad; de este modo, llega a ser el
Consolador. En la verdad
hay tranquilidad y paz, lo cual no se puede hallar en el error. Satanás
conquista el poder sobre la mente a través de falsas teorías y tradiciones. El enemigo logra desfigurar el
carácter e imponer la adopción de falsas normas. Mediante las Escrituras el Espíritu
Santo habla a la mente, e imprime la verdad en el corazón. De este modo expone el error y lo
expulsa del creyente. Por
el Espíritu de verdad, obrando por intermedio de la Palabra de Dios, Cristo une
a los suyos a sí mismo.
INVISIBLE COMO EL
VIENTO
El viento sopla de
donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así
es todo aquel que es nacido del Espíritu. (Juan 3: 8).
Se oye el viento
entre las ramas de los árboles, por el susurro que produce en las hojas y las
flores; sin embargo es invisible y nadie sabe de dónde viene ni adónde va. Así
sucede con la obra del Espíritu Santo en el corazón. Es tan inexplicable como los
movimientos del viento. Puede
ser que una persona no pueda decir exactamente la ocasión ni el lugar en que se
convirtió, ni distinguir todas las circunstancias de su conversión; pero esto
no significa que no se haya convertido.
Poco a poco, tal vez inconscientemente
para quien las recibe, son hechas las impresiones que tienden a atraer el alma
a Cristo. Pueden ser
recibidas al meditar en él, al leer las Escrituras, o al oír la palabra del
predicador viviente. Súbitamente,
al presentar el Espíritu un llamamiento más directo, el alma se entrega
gozosamente a Jesús. Muchos
llaman a esto conversión repentina; pero es el resultado de una larga
intercesión del Espíritu de Dios; es una obra paciente y larga.
Aunque el viento
mismo es invisible, produce efectos que se ven y sienten. Así también la obra del Espíritu en el
alma se revelará en toda acción de quien haya sentido su poder salvador. Cuando el Espíritu de Dios toma
posesión del corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son
puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y
la paz, reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La alegría sustituye a la tristeza, y
el rostro refleja la luz del cielo. Nadie
ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que desciende de los atrios
celestiales. La bendición
viene cuando por la fe el alma se entrega a Dios. Entonces, ese poder que ningún ojo
humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios
EL ACEITE
Hablé aún de nuevo,
y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de
oro vierten de sí aceite como oro?... Y él dijo: Estos son los dos ungidos que
están delante del Señor de toda la tierra. (Zacarías 4: 12,
14)
Mediante esta
figura, Zacarías ilustra la continua comunicación del Espíritu Santo con la
iglesia; la lección maravillosa nos infunde mucho ánimo. El profeta dice: "Volvió el ángel
que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su
sueño. Y me dijo: ¿Qué
ves? Y respondí: He mirado,
y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete
lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están
encima de él.
"Proseguí y
hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?...
Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel,
que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová
de los ejércitos... Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos
ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como
oro?... Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de
toda la tierra" (Zac. 4: 1-4, 6, 12, 14).
Aconteció que entre
tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones
superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo:
¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos
oído si hay Espíritu Santo. (Hechos
19: 1, 2).
Hay muchos que hoy
ignoran, tanto como aquellos creyentes de Éfeso, la obra del Espíritu Santo en
el corazón. Sin embargo,
ninguna verdad se enseña más claramente en la Palabra de Dios. Los profetas y apóstoles se han
explayado sobre este tema. Cristo
mismo nos llama la atención al desarrollo del mundo vegetal como una
ilustración de cómo obra su Espíritu para sostener la vida espiritual. La savia de la vid, al ascender desde
la raíz, se difunde por las ramas, y contribuye al crecimiento y a la
producción de flores y frutos. Del
mismo modo, el poder vivificador del Espíritu Santo, que procede del Salvador,
llena el alma, renueva los motivos y afectos, somete hasta los pensamientos
para que obedezcan la voluntad de Dios, y capacita al que lo recibe para
producir los preciosos frutos de las acciones santas
EL ESPÍRITU ES
NUESTRO AYUDADOR
El Espíritu nos
ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene no lo
sabemos, pero él Espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles. (Romanos 8: 26).
El Espíritu Santo
formula toda oración sincera. Descubrí
que en todas mis intercesiones, interviene por mí y por cada uno de los
santos. Su mediación
siempre estará fundamentada en la voluntad de Dios, y nunca tendrá el propósito
de avalar lo que está en contra de sus designios. "El Espíritu nos
ayuda en nuestra debilidad" (Rom.
8: 26). Siendo el Espíritu
Dios conoce la mente del Altísimo. Por
lo tanto, en cada oración, ya sea en favor de los enfermos u otras necesidades,
la voluntad de Dios ha de ser respetada. "¿Quién
de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está
en él? Así también nadie
conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Cor. 2: 11).
EL ESPÍRITU NOS
HACE HIJOS DE DIOS
Porque todos los
que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (Romanos 8: 14).
Toda nuestra
esperanza presente y futura depende de nuestro parentesco con Cristo y con
Dios. Pablo se expresa con
vigor para confirmar nuestra fe al respecto. A quienes son guiados por el Espíritu
de Dios y en cuyos corazones habita la gracia de Cristo, el apóstol les dice:”El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios. Y si hijos, también
herederos, herederos de Dios y coherederos, si es que padecemos juntamente con
él, para que juntamente con él seamos glorificados" (Rom. 8: 16, 17). "Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" (Rom. 8:
15).
Somos llamados por
Cristo para salir del mundo con el propósito de ser diferentes. Fuimos convocados para practicar la
santidad, teniendo nuestro corazón continuamente cerca de Dios y al Espíritu
Santo permaneciendo en nosotros. Todo
verdadero creyente manifestará con sus hechos que la gracia del amor de Cristo
está en su corazón. Donde
una vez hubo desconocimiento de Dios, será evidente la coparticipación con
él. Donde hubo
manifestaciones de la naturaleza carnal, ahora se verán los atributos divinos.
SU OFICIO
El Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero
vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. (Juan 14: 17).

Observe esto: En
Juan 15:26 dice que el Espíritu procede del PADRE. Esto no quiere decir que
este dentro del Padre, sino que sería enviado por El. Además, si leemos el verso completo nos
daremos cuenta que el Espíritu testificaría acerca de Jesús; es decir, daría
testimonio de Cristo haciendo concordancia con lo que está escrito en 1Juan
5:8.
La naturaleza del
Espíritu Santo es un misterio. Los
hombres no pueden explicarla, porque el Señor no se la ha revelado. Los hombres que albergan opiniones
fantásticas pueden reunir pasajes de las Escrituras y darles interpretación
humana; pero la aceptación de esos conceptos no fortalecerá a la iglesia. En cuanto a estos misterios, demasiado
profundos para el entendimiento humano, el silencio es oro.
Es imposible para
el espíritu finito del hombre comprender plenamente el carácter o las obras del
Infinito. Para la inteligencia mas perspicaz, para el espíritu más ilustrado,
aquel santo Ser debe siempre permanecer envuelto en el misterio. "¿Puedes tú descubrir las
cosas recónditas de Dios? ¿Puedes hasta lo sumo llegar a conocer al
Todopoderoso? Ello es alto como el cielo, ¿qué podrás hacer? más hondo es que
el infierno, ¿qué podrás saber?' (Job
11: 7, 8). El apóstol Pablo exclama: "¡Oh
profundidad de las riquezas, así de la sabiduría como de la ciencia de Dios!
¡Cuán inescrutables son sus juicios, e ininvestigables sus caminos!" (Romanos 11: 33).
La Palabra de Dios,
como el carácter de su divino Autor, presenta misterios que nunca podrán ser
plenamente comprendidos por seres finitos. La entrada del pecado en el mundo,
la encarnación de Cristo, la regeneración y otros muchos asuntos que se
presentan en la Biblia, son misterios demasiado profundos para que la mente humana
los explique, o para que los comprenda siquiera plenamente.
El apóstol Pedro
dice que hay en las Escrituras "cosas
difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tuercen,. . . para su
propia destrucción" (2
S. Pedro 3: 16).
En el mundo natural
estamos siempre rodeados de misterios que no podemos sondear. Aun las formas
más humildes de la vida presentan un problema que el más sabio de los filósofos
es incapaz de explicar. Por todas partes se presentan maravillas que superan
nuestro conocimiento. ¿Debemos sorprendernos de que en el mundo espiritual haya
también misterios que no podamos sondear? La dificultad está únicamente en la
debilidad y estrechez del espíritu humano.
Se especifica
claramente el oficio del Espíritu Santo en las palabras de Cristo: "Cuando él venga, convencerá
de pecado, y de justicia, y de juicio" (Juan 16: 8). Es el Espíritu Santo el que convence
de pecado. Si el pecador
responde a la influencia vivificadora del Espíritu, será inducido a
arrepentirse y a comprender la importancia de obedecer los requerimientos
divinos.
Al pecador
arrepentido, que tiene hambre y sed de justicia, el Espíritu Santo le revela el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. “Tomará de lo mío, y os
lo hará saber" (Juan 16:
14), dijo Cristo. "Él os enseñará todas las
cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (14: 26).
TOMARA DE LO MIO.
Nótese aquí que Jesús está diciendo que el Espíritu Santo habría de tomar de lo
SUYO. Es decir que le recordaría las enseñanzas de Cristo y le explicaría todo
lo futuro, los guiaría a través de la verdad (Juan 16:13)
El Espíritu Santo
se otorga como agente regenerador para proporcionarle eficacia a la salvación
obrada por la muerte de nuestro Redentor. El Espíritu Santo constantemente está
tratando de llamar la atención de los hombres a la gran ofrenda hecha en la
cruz del calvario, de exponer al mundo el amor de Dios, y de abrir al alma
arrepentida las cosas preciosas de las Escrituras
LA DEIDAD COMPUESTA
POR TRES PERSONAS
Porque tres son los
que dan testimonio en el cielo: El Padre, el Verbo y el Espíritu y los tres son uno. 1Juan 5:7.
Cuando Jesús fue
bautizado, el Espíritu Santo en forma de paloma dio testimonio a Juan de que el
que había bautizado era el Mesías divinamente instituido, y Dios mismo pronunció
la alabanza a su Hijo (Mat. 3:16-17 Marcos 1:10). Cuando Cristo derramó su sangre en la
cruz, su noble paciencia y tranquila dignidad, más las sombrías tinieblas y el
terremoto, impresionaron en los espectadores la divinidad de Jesús (Mat. 27:45-54). De ese modo el Espíritu actuó en los
sucesos representados por el agua y la sangre (ver 1 Juan 5:6) para afirmar que
Jesús era el Hijo de Dios.
"Por tanto, id
y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
"enseñándoles que guarden todo lo que os he mandado. Y yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Mateo 28:19,20
La Biblia presenta
la verdad con una sencillez y una adaptación tan perfecta a las necesidades y
anhelos del corazón humano, que ha asombrado y encantado a los espíritus más
cultivados, al mismo tiempo que capacita al humilde e inculto para discernir el
camino de la salvación. Sin embargo, estas verdades sencillamente declaradas
tratan de asuntos tan elevados, de tan grande trascendencia, tan infinitamente
fuera del alcance de la comprensión humana, que sólo podemos aceptarlos porque
Dios nos lo ha declarado. Así está patente el plan de la redención delante de
nosotros, de modo que cualquiera pueda ver el camino que ha de tomar a fin de
arrepentirse para con Dios y tener fe en nuestro Señor Jesucristo, a fin de que
sea salvo de la manera señalada por Dios. Sin embargo, bajo estas verdades tan
fácilmente entendibles, existen misterios que son el escondedero de su gloria;
misterios que abruman la mente investigadora y que, sin embargo, inspiran fe y
reverencia al sincero investigador de la verdad. Cuanto más escudriña éste la
Biblia tanto más profunda es su convicción de que es la Palabra del Dios vivo,
y la razón humana se postra ante la majestad de la revelación divina.
Por cuanto no
pueden sondear todos los misterios de la Palabra de Dios, los escépticos y los
incrédulos la rechazan; y no todos los que profesan creer en la Biblia están
libres de este peligro. El apóstol dice: "Mirad,
pues, hermanos, no sea que acaso haya en alguno de vosotros, un corazón malo de
incredulidad, en el apartarse del Dios vivo" (Hebreos 3: 12). Es bueno estudiar
detenidamente las enseñanzas de la Biblia, e investigar "las profundidades
de Dios", hasta donde se revelan en las Santas Escrituras. Porque aunque "las cosas secretas
pertenecen a Jehová nuestro Dios", "las reveladas nos pertenecen a
nosotros" (Deuteronomio
29: 29). Mas es la obra de Satanás pervertir las facultades de investigación
del entendimiento.
Si investiga las
Escrituras con espíritu dócil y deseoso de aprender, sus esfuerzos serán bien
recompensados. "Pero el
hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para
él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir,
espiritualmente" (1
Cor. 2: 14). La Biblia debe
estudiarse con oración. Haríamos
bien en imitar a David, que imploró: "Abre
mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley" (Sal. 119: 18). Ningún hombre puede comprender las
Escrituras sin la iluminación del Espíritu Santo. Si deseamos estar en la debida
posición delante de Dios, su luz nos alumbrará con rayos claros y potentes.
El que quiera hacer
la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi
propia cuenta
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