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La Biblia expresa este concepto de diversos modos e involucra los siguientes términos: Abadón, Abismo, Eterno, Gehenna, Hades, Seol, Tártaro. (Para la explicación de estos términos vaya a la nota al final de este tema).
¡Cuán repugnante a todo sentimiento
de amor y misericordia y hasta de nuestro sentido de justicia es la doctrina
según la cual después de muertos los impíos son atormentados con fuego y azufre
en un infierno que arde eternamente; y que por los pecados de una corta vida
terrenal deben sufrir tormentos por tanto tiempo como Dios viva! (CS pág. 590).
“Y los ángeles que no guardaron su dignidad,
sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en
prisiones eternas, para el juicio del gran día; como Sodoma y Gomorra y las
ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquellos, habiendo
fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, teniendo el
castigo del fuego eterno”. (Judas 1:6,7).
Fijémonos en el versículo de Judas;
él dice que los ángeles rebeldes por su desobediencia a Dios han sido “guardados
o reservados por Él (Dios)”;
confinándolos así para un fin de destrucción; y hace referencia también
de las ciudades de Sodoma y Gomorra, de las cuales
dice la Palabra fueron destruidas con un fuego eterno (Génesis 19:24, 25). Judas no quiere decir aquí que
estas ciudades están ardiendo por toda la eternidad; sino que desaparecieron para siempre. De este
mismo modo se está interpretado la palabra infierno
en la Biblia; como la destrucción de la maldad y los impíos para siempre; y no
que arderán para siempre en un lago de fuego.
Observemos ahora lo que dijo el apóstol Pedro acerca del mismo tema.
“Y si condenó por
destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y
poniéndolas como ejemplo a los que habían de vivir impíamente”. (2 Pedro 2:6).
Pedro dice que fueron hechas estas cosas como
ejemplo para aquellos que habían de vivir haciendo maldad. Y que del mismo modo
en que Dios destruyó estas ciudades, reduciéndolas a cenizas, así habrá de
hacer con el malo. (Es necesario recalcar
que lo que queda después del fuego es la ceniza)
Veamos ahora este otro versículo de
Mateo:
“El enemigo que la
sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; y los segadores son los
ángeles. Así, pues, como se recoge la cizaña, y se quema en el fuego, así será
en el fin del mundo” (Mateo 13:39,40)
Estas notas nos dejan mas claro de que no hay un lugar tormentoso, sino que todo
esta reservado para el fin.
En
ningún pasaje de las Santas Escrituras se encuentra declaración alguna de que
los justos reciban su recompensa y los malos su castigo en el momento de su
muerte. Los profetas y patriarcas no
dieron tal seguridad. Cristo y sus apóstoles no lo mencionaron siquiera. Pero
si los muertos están gozando de la
bienaventuranza del cielo o están retorciéndose en las llamas del infierno.
¿Qué necesidad hay de un juicio venidero? Las enseñanzas de la Palabra de Dios respecto a
estos importantes puntos no son oscuras ni contradictorias; una inteligencia
mediana puede entenderla. ¿Recibirán acaso los justos después del examen de sus
vidas en el día del juicio, ésta alabanza:
“¡Muy bien, siervo bueno y fiel,… entra
en el gozo de tu Señor!”. Cuando ya habrán estado habitando con él tal
vez durante siglos? ¿Se sacará a los malos del lugar de tormento para hacerles oír
la siguiente sentencia del juez de toda la tierra: “¡Apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno!”? Vergonzosa
ofensa inferida a la sabiduría y justicia de Dios. (CS Pág.605, 606).
La Biblia nos aclara que Satanás y los impíos serán destruidos
para siempre.
De Satanás:
“Todos los que te
conocieron de entre los pueblos se asombraran de ti; serás objeto de terror, y
para siempre dejarás de ser”. (Ezequiel 28:19).
De los impíos:
“Porque he aquí que está para llegar aquel día, ardiente como
un horno; y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán como el
rastrojo; aquel día que está para llegar los abrasará, dice Jehová de los
ejércitos, y no les dejará raíz ni rama”. (Malaquías 4:1)
“Jehová guarda a
todos los que le aman, mas exterminara a todos los impíos”. (Salmo
145:20)
“Mas los impíos
perecerán… serán consumidos; se disiparan como humo”. (Salmo
37:20).
“Serán como si no
hubieran sido”. (Abdías 16).
“He aquí que serán
como tamo; el fuego los quemará; no salvaran sus vidas del poder de la llama;
no quedará brasa para calentarse, ni lumbre a la cual se sienten”. (Isaías
47:14)
…el
gran enemigo del bien reviste con sus propios atributos al Creador y Bienhechor
de la humanidad. La
crueldad es Satánica. Dios es amor. (CS Pág. 589).
“El que no ama no ha conocido a Dios; porque
Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para nosotros, en que Dios
envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste
el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a
nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si
Dios nos ha amado, así debemos también nosotros amarnos unos a los otros.” (1 Juan 4:8-11).
“Y nosotros hemos conocido y
creído el amor que Dios tiene para con nosotros: Dios es amor; y el que
permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” (1 Juan 4:16).
“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor
es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios”. (1Juan 4:7).
“Con
amor eterno te he amado, por eso te atraje con bondad” (Jeremías
31:3).
Y
que nos enseñan estos versículos acerca de de la paciencia y la misericordia de
Dios:
“El Señor no retarda
su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con
nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al
arrepentimiento”. (2 Pedro 3:9)
“Diles: Vivo yo,
dice el Señor Jehová, que no me
complazco en la muerte del malvado, sino que se vuelva el malvado de su camino
y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos: ¿Por qué queréis morir?” (Ezequiel 33:11)
Todo lo que él [Dios] creó era puro, santo y amable, hasta que el pecado
fue introducido por el primer gran rebelde; (el antiguo Lucifer; ahora Satanás, el diablo). (CS Pág. 589).
Los principios de bondad,
misericordia y amor enseñados y puestos en práctica por nuestro Salvador son
fiel demostración de la voluntad y carácter de Dios Padre. (CS Pág. 597).
Tal es el carácter de Cristo como se revela en
su vida, así es el carácter de Dios Padre. Del corazón del Padre es de donde
manan los ríos de compasión divina, manifestada en Cristo para todos los hijos
de los hombres. (CC Pág. 13).
“Jesús, el
tierno y piadoso Salvador, era Dios manifestado en carne.” (1 Timoteo 3:16). (Lea Juan capitulo
1)
En
Apocalipsis el libro de la Biblia que presenta el conflicto de los siglos entre
el bien y el mal, cataloga al infierno como una muerte segunda. (Lea
Apocalipsis 20:14).
“El que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda
muerte”. (Apocalipsis 2:11).
“Pero los otros muertos no volvieron a
vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la
segunda muerte no tiene postetad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios
y de Cristo, y reinaran con él mil años”. (Apocalipsis
20:5,6).
“Pero
los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idolatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y
azufre, que es la muerte segunda”. (Apocalipsis 21:8).
“Porque la paga del
pecado es muerte: mas la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro.” (Romanos 6:23).

Los
que hayan sido “tenido por dignos” de
resucitar para la vida (eterna) son
llamados “dichosos y santos”. “Sobre tales la segunda muerte no tiene
poder”. (Apocalipsis 20:6). Pero los
que no hayan asegurado para sí el perdón, por medio del arrepentimiento y de la
fe, recibirán el castigo señalado para la trasgresión: “la paga del pecado”. (Que
por supuesto es la muerte o mejor dicho la muerte segunda).
“Vuestros padres
comieron maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del
cielo; para que el que come, no muera”. (Juan 6:47-50).
Es
lógico que en los versículos anteriores se refiere a los que caminaron los
cuarenta años por el desierto, pues, allí descendió pan del cielo (el mana) sin
embargo se habla de que murieron (a la muerte física); pero ahora refiriéndose
a Jesucristo como ese verdadero Pan (Juan 6:35; 41; 51) que desciende de lo
alto dice que el aceptarlo a Él como Salvador personal tendrán vida. Ahora ¿Qué
vida? Es obvio que la eterna, pero al momento de su Segunda Venida Gloriosa a
la tierra.
Nota:
Abadón: Del Hebreo. 'Abaddôn y 'Abaddôh, y que
significa "destrucción", "ruina", "perdición" [de
aquí, "el destructor"]; Griego Abaddon. Palabra que, en algunos pasajes, aparece en
paralelismo con Seol (Job 26:6; 28:22; Sal. 88: 11) y describe un lugar de
perdición (Pr. 15:11) o el reino de los muertos (Pr 27:20); en sentido genérico se refiere a la
ruina total (Job 31:12). En el Nuevo Testamento
ocurre como nombre simbólico del rey -el
"ángel del abismo"- de un ejército de langostas (Ap. 9:11).
Abismo:
Del
hebreo tehôm, que significa
"profundo/a"; y del griego ábussos,
"abismo", "profundidad", "mundo inferior"; y báthos o buthós, "profundo/a").
A. En el Antiguo Testamento se refiere a:
1. Al océano primordial (Gn. 1:2; Job 8:24,
27, 28; Sal. 104:5, 6). 2. A las aguas subterráneas
(Gn. 7:11). 3. A las profundidades del mar
(Ex. 15:8; Sal. 106:9; Is. 63:12, 13; Job 28:14). 4.
A las profundidades de la tierra (Sal. 95:4). 5. Al lugar de los muertos (Sal. 69:15;
71:20; Ez. 26:19, 20; cf Job 38:16, 17).
B. En el Nuevo Testamento:
Abussos es, literalmente, la profundidad del mar;
también parece designar algún lugar solitario, alejado del cielo y de los
hombres. Figuradamente es la morada de los demonios y/o un lugar de tormento
(Lc. 8:31; cf Mt. 8:29; Mr. 5:7), y también la morada de los muertos (Ro. 10:7;
cf Sal. 71:20). En Ap. 9:1, 2, 11 se
refiere el lugar de donde salen langostas destructoras, símbolos de
agentes destructores; en los capítulos
11:7 y 17:8 describe el lugar donde será encerrada la "bestia"; y en
el capitulo 20:3 es la morada de Satanás durante los 1.000 años (el antecedente
de este versículo podría ser Gn. 1:2, donde
ábussos (abismo) es para el heb. tehôm; cf Job 41:32-34). Báthos se usa literalmente para las
profundidades del mar (Lc. 5:4). Buthós sólo se usa para las
profundidades oceánicas (2 Co. 11:25).
Eterno:
Del griego aionios. En Mt. 25:41 se
presenta a los impíos como reservados para el
"fuego eterno [aionios]", que se equipara con castigo eterno
[aionios]" (v 46). El fuego que
purificará la tierra (2 P. 3:10-12; cf Mt. 3:12; Lc. 3:17) se encenderá al
final del milenio y aniquilará tanto el alma como el cuerpo de los impenitentes
(Mt. 10:28; Ap. 20:9). Un estudio del
uso del griego aionios y de su
significado con respecto al fuego final, pone de manifiesto que el énfasis
recae en su carácter destructivo más que en su duración. Por ejemplo, Sodoma y Gomorra recibieron el
castigo del fuego eterno (aionios; Jud. 7).
Ese fuego destruyó por completo dichas ciudades, pero se extinguió hace
muchísimos siglos. Judas presentó la
destrucción de esas ciudades como un "ejemplo" del destino que
aguardaba a los licenciosos apóstatas de sus días. La palabra "inextinguible" y la
expresión "que no se puede apagar" se pueden entender de una manera
similar. Jeremías predijo que Dios
encendería un fuego en las puertas de Jerusalén que "no se apagará"
(Jer. 17:27). Esta predicción se cumplió
cuando Nabucodonosor destruyó la ciudad (Jer. 52:12, 13; Neh. 1:3). Ciertamente ese fuego no está ardiendo
hoy. Es evidente que no se apagaría
hasta lograr que todo quedara consumido.
Aunque este fuego aionios se refiere a un fuego que efectivamente sería destructivo,
la expresión indica también que no duraría eternamente. Esto concuerda con la idea de que el infierno será un lugar de castigo, y que
habrá grados de castigos (Mt. 25:41, 46; 2 P. 2:9). Cristo vendrá "para recompensar a cada
uno según sea su obra" (Ap. 22:12).
El siervo que "conociendo la voluntad de su Señor, no se preparó...
recibirá muchos azotes", mientras que el que no la conocía, e hizo cosas
dignas de azotes, "será azotado poco" (Lc. 12:47, 48).
Este castigo es mucho más severo que la pena de muerte que se aplicaba
antiguamente durante la vigencia de la dispensación hebrea (He. 10:28, 29, 31). De modo que aunque el fuego del infierno con
el tiempo aniquilará al malvado (Mt. 10:28), es obvio, que esa destrucción no
se producirá instantáneamente.
Gehenna:
Del
griego guéenna. Término que denota un
lugar de castigo. Aparece 12 veces en el
Nuevo Testamento. Guéenna es la forma
helenizada de Gê Hinnôm, "Valle de
Hinom", un desfiladero cercano a Jerusalén que aparece a menudo en el Antiguo
Testamento (Jos. 15:8; 2 R. 23:10; 2 Cr. 33:6; Jer. 7:31). Allí se llevaba a cabo el bárbaro rito de
quemar vivos a los niños en honor de Moloc (2 Cr. 28:3; 33:1, 6), abominación
que abolió el rey Josías mediante la profanación de los lugares elevados donde
se había practicado esta forma de culto.
Jeremías predijo que por causa de este pecado el Señor convertiría el valle
de los hijos de Hinom en un "valle de matanza", donde los cadáveres
de los israelitas arderían hasta que no hubiera lugar para uno solo más, y el
resto serviría de alimento para las aves de los cielos (Jer. 7:32, 33). Sin duda, esto contribuyó a que se
considerara ese valle como lugar de juicio para los impíos. La tradición rabínica posterior insiste en
que el valle de Hinom era un lugar ubicado fuera de la ciudad para quemar
cadáveres y basura.
La palabra guéenna aparece 3 veces en el
Sermón del Monte (Mt. 5:22, 29, 30). La
RVR y la DHH traducen la expresión por "infierno de fuego" o
sencillamente por "infierno".
La BJ translitera el vocablo y dice "gehenna" o "gehenna
de fuego". En el capitulo 10:28
Jesús menciona al que es capaz de "destruir el alma y el cuerpo en el infierno", y en
el capitulo 18:9 habla del "infierno de fuego". Amonestó
a los fariseos acerca "de la condenación del infierno" (cp 23:33). Afirmó que era mejor ser lisiado, pero lograr
la vida eterna, y no serlo y, en cambio, ser arrojado al fuego del infierno
(Mr. 9:43, 45, 47). Su referencia al
infierno en Lc. 12:5 aclara que ésta será una experiencia que se producirá más
allá de la muerte. En
Mt. 23:15 la expresión "hijo del infierno", literalmente "hijo de la
gehenna", se refiere a los
conversos al judaísmo, quienes eran más fanáticos que los fariseos que los
habían convertido. Estas referencias al
castigo final que recibirán los pecadores mediante el fuego del infierno,
tienen su correspondiente aclaración en textos como Mt. 3:12, donde se compara
a los pecadores con paja que arde en un incendio que nadie puede apagar (cf Mr.
9:43-48; Lc. 3:9).
Tártaro:
Del griego TartaróÇ, "arrojar [echar] al Tártaro". Término que
aparece sólo una vez (2 P. 2:4, BJ). De
acuerdo con los griegos y con la literatura apocalíptico judía, el Tártaro era
un lugar que se encontraba debajo del Hades, y allí se recibía el castigo
divino. Pedro usa este término para
referirse al lugar más profundo adonde fueron arrojados los ángeles rebeldes
(cf Jud. 6). Aclaratoria. Pedro no esta hablando de un lugar literal que existe
debajo de la tierra, el se esta refieriendo al estado de impureza a lo cual
llegaron a descender estos seres que una vez fueron santos e inmaculados. Es
decir, la bajeza.
(Para los términos Hades y Seol véase la nota
más arriba)
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